domingo, 18 de mayo de 2008

CULTURA DE CALI

La popularidad de varios eventos culturales en Santiago de Cali es muy pobre. Esto es debido a varias causas, entre ellas, la escasa difusión de los medios de comunicación, que no promueven masivamente las nuevas tendencias culturales, como se ha hecho con los programas tradicionales de esta ciudad. Otra de las causas es el estancamiento del estereotipo caleño, que no favorece la diversidad cultural para que pueda generarse y expandirse. En efecto, frases como “en Cali no hay cultura” o “¡En esta ciudad no hay nada que hacer!”, son unas de las consecuencias de esta obstrucción ya que en la conciencia popular, la identidad cultural de la ciudad, en la mayoría de veces, se limita a lo tradicional y no apoya lo diferente y lo controversial de las nuevas generaciones. Paralelo a este inconveniente social, se encuentra el tema de la investigación sobre “la cultura de Cali”, donde se presenta la noción de cultura vista por los ciudadanos y por la ciudad misma. Aparece entonces, la expresión artística urbana desarrollada por empresas privadas y públicas que están en constante actualización pero que no poseen una publicidad importante. También existe una ambigüedad en el concepto individual: por una parte, han aprendido que significa la cultura, en un sentido teórico, pero, por el otro, no distinguen los distintos eventos que hacen parte de esa definición. Y por ende, hay reclamos de que no hay una agenda cultural interesante ya que hallarla no suele ser fácil y aparece la desgana y conformidad ciudadana típica.
Por definición, un estereotipo es una imagen generalizada de un grupo de gente que comparte características. En este caso es un estereotipo regional, donde se simplifica al caleño y sus costumbres tradicionales. Pero, al reducir todo Cali en unas cuantas cualidades, la descripción se desconecta de la realidad y resulta errónea por su inexactitud. Además, si esa imagen definía a un grupo mayoritario años atrás, ahora, ni siquiera muestra rasgos del movimiento actual. La diversidad cultural existente toca todos los ámbitos y sus facetas múltiples no deja generalizar al ciudadano común. Entonces, la tesis estudiada en este ensayo es mostrar que el estereotipo caleño permanece en la conciencia de la opinión ignorando la diversidad cultural de las nuevas generaciones. Se analizará en tres partes: en primera instancia, se presenta el estereotipo caleño y como es incluido en la cultura común. En segunda instancia, la multiplicación de nuevas tendencias que invaden a Cali en los últimos años y, en tercera instancia, el desarrollo en la ciudad de Cali y como esta se manifiesta.

Describir a un caleño es fácil. Solo hay que reunir unas cuantas características (buenas y malas) que ilustre la idea generalizada del común. El caleño es rumbero y salsero por excelencia. Su buena vida y su alegría lo muestra confiado y sociable que hasta llega a ser recochero y confianzudo. Su conformismo y su dejadez lo convierten en mal ciudadano e irrespetuoso ante la ciudad: es mal conductor y no respeta las normas de la ciudadanía. Hay que aclarar que la característica principal de este personaje es que es una máquina salsera, según los expertos.
Durante más de cuatro décadas la salsa invade la ciudad. Al unir todos los estratos en un mismo ritmo, este género es acogido muy bien en esta ciudad creando bailaderos y discotecas en todas partes (Juanchito). Grupos de salsa como el Grupo Niche o Guayacán crean fama y el baile salsero caleño se convierte en algo único por su mezcla con otros géneros como el rock n’ roll, woogie boggie, el boogaloo, entre otros. Su rápida coreografía se aclama mundialmente y se convierte en un símbolo de esta ciudad.
En efecto, la identidad caleña instaurada a partir de este símbolo, impone toda una cultura de rumba y alegría. La identidad es establecida por unas normas y valores que tiene un grupo en común. Sus preferencias más importantes los distinguen y los diferencian de otros. Es por eso que la cultura de una región forma la identidad de sus ciudadanos. Lo que se constituyó entre los años 60’ y los 80’ en Cali fue una aceptación conjunta de una identidad caleña que reconocía la mayor parte de la población en su época. Y era así de enérgico el sentimiento de pertenencia que, al fortalecerse en los años 90’ tendencias igual de antiguas como el rock, no se expone como cultura popular ya que no tiene la potencia suficiente para unir a un grupo mayoritario.

Actualmente, las ciudades son heterogéneas y pluralistas. La nueva generación es multicultural y es dividida por diferentes tribus urbanas que caracterizan los distintos gustos. Este fenómeno se multiplica con los medios masivos que los promueven por causas llanamente económicas y son acogidas por diferenciación social.
En el caso de Cali, tribus urbanas como los “metaleros”, “punkeros”, “reguetoneros”, “emos”, “raperos”, “skin”, “glameros”, “góticos”, “alternotrapudos”,”galas”, “chocolocos”, “hippies”, “gomelos”, entre otros, predominan las calles. Como en cualquier otra ciudad, Cali se ha convertido en algo polimorfo que demanda diversidad y cambio no sólo en los eventos, sino también en el pensamiento: el encuentro de varias perspectivas crea un carrefour de ideologías y produce una apertura en las reglas sociales (normas y valores). Además, la división crea pequeños grupos que impide la formación de una mayoría. Existe también los movimientos ecologistas y antitaurinos (el MAC) que ayudan a la concientización ciudadana para cambiar también ese anticivismo popular del caleño. Sin embargo, el apego hacia el estereotipo caleño como única identidad todavía se encuentra en las mentes de la mayoría.

Cali ha sido históricamente una de las ciudades más creativas en el desarrollo de expresiones artísticas y culturales, como la danza, el teatro, la música, el cine y la pintura. Este hecho, conocido por muchos pero aceptados por pocos, se ha desarrollado progresivamente y ha creado más de 350 agremiaciones culturales. Se cuenta en el Municipio con 44 salas de cine, 18 teatros, 22 grupos de teatro, 9 museos, 100 bibliotecas, 31 salas de exposición, 201 salas de convenciones y auditorios. Con talleres, ferias, festivales, conferencias y otros tipos de eventos culturales, la agenda de la ciudad siempre esta en constante actualización y muestra el logro de varias entidades públicas y se puede ver el interés por fomentar diversos actos. Todo esto es la realidad de lo que ocurre todos los días en Cali, solo que su difusión es limitada.
La “divulgación masiva” de las actividades se queda corta ya que la información no es recibida por todos y el desinterés grupal impide una comunicación permanente. Asimismo, los productores y comentaristas, responsables de la realización y promoción de los eventos, en muchas ocasiones, se focalizan solo en eventos tradicionales porque creen en la vigencia del estereotipo sin entender que se ha perdido la intensidad y la importancia pasada entre el público actual.

A pesar de poseer una estabilidad muy fuerte, la imagen caleña esta progresivamente en cambio. La creación de empresas pequeñas que promueven tendencias juveniles como diseños de moda, medios publicitarios, sitios especializados en gustos y agrupaciones musicales de diversos géneros demuestra que la pluralidad gana terreno en lo tradicional y ya no es ignorada. Pero el factor que hace falta en esta evolución es la captación de un mayor público para que los eventos alcancen mayor participación, y así, encontrar una mejor calidad en la expresión caleña. En efecto, las representaciones culturales faltan de apoyo no solo participativo, sino también gubernamental ya que su financiación ha sido siempre mínima y provoca un ciclo en donde la calidad (financiado por el Gobierno) y la cantidad (generado por el publico) debaten su prioridad.

1 comentario:

julieta dijo...

Me parece excelente la preocupación por la cultura caleña, y aunque Cali no es sólo salsa, si es un ingrediente muy importante de nuestra identidad